lunes, 13 de febrero de 2017

VERDADES A MEDIAS: EL PORQUÉ DEJÉ DE CREER EN LAS REDES SOCIALES

Desde niño aprendí que no solo mentía al relatar un evento que nunca sucedió como si fuera real, sino al contar verdades a medias a fin de obtener un beneficio personal.

Partiendo de esta verdad, que estoy seguro a todos nos enseñaron desde el kinder, debo decir que he perdido -en gran medida- mi interés por las redes sociales y lo que ellas representan. Me encontré a mí mismo envuelto en un clientelismo ridículo buscando la aprobación de mis "seguidores y amigos", desconcentrado en asuntos numéricos y desconcertado por la vida a la que otros tenían derecho y a la que yo nunca podría tener acceso.

Aun siento en mi corazón el sinsabor del pasado 8 de diciembre, cuando decidí pedir la mano de quien es hoy mi prometida. Una ocasión que jamás debería verse empañada por diálogos mentales que incluyan preguntas como: ¿Cuántos likes le darán a nuestra foto de compromiso? ¿Será que esta persona que no me da like hace tanto tiempo, por fin lo hará? ¿Por qué esta persona no quiso comentar o darle "me gusta"?...

Ese día en especial recuerdo sentir una fuerte alerta en mi corazón y la necesidad de parar y observar de manera reflexiva mi entorno, para poder separar mi vida real de ese constructo ficticio de las redes sociales.

La reflexión me ha llevado a tomar una postura diferente frente a este monstruo que se alimenta de vanidad y mentiras y sobre todo a ser mucho más crítico con lo que veo y enseño de mí mismo.

No quiero que este suene al discurso de un gordo asocial, huraño y energúmeno. Pero considero responsable exponer algunas de las conclusiones a las que he llegado:

1. Nadie jamás mostrará su vida real en redes sociales: Todos queremos dejar una huella en el mundo y ser relevantes. Este siglo nos enseñó que para hacerlo, debemos vivir en la casa de la "Barbie" con el sixpack de "Ken", tomando café de "Starbucks" vestidos con lujosos atuendos de "Zara" paseando hermosos niños rubios que luzcan como modelos de "Gerber". Muchos hemos sido capturados por esa falacia de muerte obviando  que nadie comparte sus peores momentos: las peleas con su pareja, sus estados bancarios reales -secos como su pobre y agonizante músculo financiero, los "desperfectos" en su cuerpo, sus rostros de cansancio o frustración y mucho menos los dedos gordos de sus pies que se asoman por el agujero de su media rota. 

2. Las redes sociales son violentas: La exclusión que marcan las publicaciones de muchos es aterradora y asfixiante. Considero que no solo debemos ser responsables con el material que consumismo en redes, sino también con el que compartimos. 
Estoy de acuerdo con el principio de la gratitud y la honra, pero siento que podemos estar llevándolo a otro nivel que raya con la presunción y la calumnia. ¿Alguna vez pensamos en la persona que recibe nuestras experiencias y en el impacto que este puede generar en quienes nos ven?. Si el elitismo y la exclusión que alimentamos con cada "post", "like" y "comment" que gritan a viva voz: "YO SÍ TENGO Y TÚ NO", "YO SÍ SOY Y TÚ NO", "YO SÍ PUEDO Y TÚ NO"...  no nos parecen violentos, quizás debamos replantear nuestra definición de paz.

3. Nada es lo que parece: Afectar la realidad es más fácil ahora que en cualquier otro momento de la historia. Hardware, software, aplicaciones y filtros... son solo algunas  herramientas maestras del engaño que usamos a diario para "enchular" nuestros mundos monocromáticos. Por favor, ¡no traguemos entero! la verdad es que nada es tan fácil como parece. Ese cuerpo que envidiamos ha tomado horas de gimnasio y muchos sacrificios fuera de cámaras; ese matrimonio tan idílico, sufre y necesita reparaciones como cualquier otro; ese bebé que duerme tan apaciblemente con sus mejillas rosadas y su inmaculada ropa de cama blanca, en algún momento del día despertará con un llanto insoportable y será igual de humano a los que tienes en casa.

Leí de Christine Caine que las redes sociales no deberían llevarnos a la comparación, sino a la inspiración. Si vives frustrado con la vida que te tocó y por la que otros parecen vivir sin problema, esta entrada es para ti... para mí.