sábado, 17 de diciembre de 2016

SIMPLE Y ELEMENTAL

Mateo 18 narra la historia de unos discípulos sedientos por saber quién tendrá la posición más alta en el reino de los cielos. Su sed es confrontada con la enseñanza de su Maestro, quien responde: "Cualquiera que se hace simple y elemental de nuevo, como este niño, será el mayor en el reino de los cielos"

Nada se aparta más de la definición de una vida adulta que las palabras "simple" o "elemental". De hecho últimamente he tenido una infinidad de diálogos internos, tan complejos y extenuantes emocional y físicamente que agotarían al más fuerte de los atletas. Pensamientos, suposiciones y reconstrucciones mentales de ideas repitiéndose en mi cabeza sobre las cosas que pude haber hecho y no hice o sobre situaciones sin resolver que demandan una solución urgente.

Al igual que los discípulos, me he preocupado por títulos de importancia, la aceptación de otros hacía mí y la aprobación de los ojos que me miran. He llegado a tener miedo de compartir este blog o cualquier otro tipo de opinión en redes sociales por el solo hecho de pensar que alguien me condenara con su rechazo, o peor aun con su silencio.

Complejo. Confuso. Difícil. Complicado. Enredado. Perturbante. Engorroso. Nunca simple. Nunca sencillo.

En medio del cansancio de esta vida adulta y de un año, que pareció más una década de experiencias, Mateo 18 llega como oasis en medio del desierto.

Pero... ¿qué significa ser simple y elemental? 

Pensemos por un momento en todos los hechos que un niño -en un contexto normal- puede llegar a desconocer: el dolor, la ira, la soledad, la venganza, la maldad, la competencia, la necesidad de ser aprobado por otros, el actuar por conveniencia, el tener que mostrarse con máscaras para no ser repudiado por sus iguales... Todos, mundos adultos inexistentes en el universo infantil.

Imaginen tener una mirada indiferente a la maldad, que elimina todo filtro de dolor que tergiversa y corrompe la realidad y permite acercarse a Dios como lo hace un niño con su papá, aun a pesar de sus fallas. Imaginen vivir esta vida simple y elemental que nos dé acceso directo a la eternidad del reino de los cielos -que como ya lo he dicho en entradas anteriores- no se trata de un momento o un lugar, sino de la misma persona de Jesús.

Si tan solo pudiéramos obviar esos pensamientos de derrota acerca de nosotros mismos, esa necesidad absurda de ser calificados por otros y las mentiras acerca de Dios; si tan solo pudiéramos callar esa voz de la astucia que nos dice lo que debemos hacer para encajar en un mundo que se cae a pedazos y sanáramos la angustia en nuestros corazones y con ella el laberinto que nos roba la paz, estoy seguro que encontraríamos nuestra recompensa eterna aquí y ahora.

Esta es una invitación a que vivamos como niños, sin contar los días que quedaron atrás, mirando hacia adelante sabiendo que todo nuestro tormento quedó en una cruz.
Vivamos simples y elementales, después de todo ¿qué podremos llevarnos después de dar nuestro último respiro?.

[Escribiendo acerca de niños, invito a cada lector a tomar un par de segundos para orar por los niños de nuestro país, quienes siguen siendo blanco fácil de abusadores, asesinos y del silencio sepulcral que los mata de hambre en la Guajira. También por los niños que son víctimas del conflicto en Siria y en el mundo. Aquí dejo un link para quienes quieren y pueden convertir sus oraciones en acciones: https://www.worldvision.co/]

sábado, 3 de diciembre de 2016

ETERNAMENTE MILLENNIAL

Mi novia está leyendo un libro titulado "Los generales de Dios" donde se relatan biografías de grandes hombres y mujeres de antaño; quienes a lo largo de la historia vieron la obra sobrenatural del Espíritu Santo: avivamientos, sanidades, resurrecciones, personas arrepentidas corriendo a confesar su pecado delante de Dios para ser bautizadas, alimentos siendo multiplicados...

No puedo decir que no haya visto a Dios obrar de manera sobrenatural, puesto que en mi vida cristiana he experimentado milagros y eventos que no puedo explicar con la razón. Pero si debo decir que no he visto manifestaciones como las de los relatos impresos en ese libro. He sido testigo de piernas crecer y dolores de espalda cesar, milagros de la era "Millennial", pero nunca muertos resucitar o nubes de fuego posarse sobre un templo, como le pasó a estos "Maturist" (personas nacidas antes del 1945).

No creo que tenga que ver con que Dios ya no "quiera" o no "pueda" hacer milagros, porque ÉL ES y nunca deja de ser, su poder no cambia y su amor y misericordia hacia nosotros son eternos, por ende estoy seguro que su deseo es manifestarse exuberantemente sobre nosotros.

¿Entonces a qué se podría atribuir el hecho de no poder ver este tipo de milagros en este tiempo?. Tengo una idea que no ha abandonado mi cabeza y la cual quiero compartir con ustedes.

Los "Millennials" y la "GenZ" somos las personas nacidas después de 1981, era que coincide con el gran despertar y la popularización de la televisión, el cine y sobre todo la internet. Ambas generaciones hemos crecido saturados de comerciales, música que apela a todos nuestros sentidos, publicidad llamativa, tiendas de ropa con olores particularmente agradables y encantadores, sin mencionar las redes sociales que nos permiten estar conectados con el mundo entero a la distancia de un click.

"Millennials" y "GenZ" por igual estamos supeditados a nuestros sentidos (olfato, gusto, tacto, vista y oído) y a lo que es netamente sensorial, no siendo esto nuestra culpa. Hemos crecido creyendo que todo se trata de nosotros y con la premisa de que "nacimos para hacer aquello que nos gusta", olvidando que estamos en esta tierra con un propósito y para conquistar aquel destino para el que fuimos creados -que no siempre va a ser de nuestro total agrado, porque cumplir el plan de Dios... no cuesta mucho, lo cuesta TODO.

Somos ególatras e hipersensibles en lo que a relaciones respecta. No nos gusta ser confrontados y mucho menos ofendidos por aquellos a quienes consideramos amigos. Perder un amigo u otro parece no ser importante, ya que encontraremos uno nuevo mañana en alguna solicitud de Facebook.

Estamos resueltos a comer en lugares hermosos a la vista y al resto de nuestros sentidos, de otro modo no podríamos compartir en redes sociales los manjares con los que nos estamos deleitando. 

-¿Panadería de esquina?
- Jamás

¿Por qué? Porque puede ser bueno para el gusto, pero no para nuestro estatus social/virtual.

A lo que voy con todo esto es que podemos estar demasiado concentrados en lo que nuestros ojos ven y lo que nuestras manos sienten, olvidando así lo eterno y realmente valioso.

La Biblia ha hablado a "Millennials" durante siglos enteros, por favor tómense el tiempo de leer con detenimiento:


Colosenses 3:2Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

Si alguno en este momento ha pedido un poco más de Dios y su revelación sobrenatural, como yo lo hago en este momento, el "gran secreto" no es grande y tampoco es secreto, son solo catorce sencillas palabras, pero poderosas y con un profundo sentido de eternidad: no pongan su vista en lo material y pasajero, pónganla en lo que es eterno e incorruptible.

Todos estos "Maturist"-Generales de Dios vivieron al igual que nosotros tiempos en donde el mundo brindaba distracción y placeres momentáneos, pero ellos colocaron sus esfuerzos y toda su atención en las cosas de arriba, viniendo de allí su recompensa y el poder que no se compara con ningún otro.

No creo que ser "Millennial" sea algún tipo de maldición o una desventaja, al contrario, considero que nacimos en un momento en el cual Dios se quiere revelar y es nuestra responsabilidad ir tras de Él como personas que viven en este mundo, pero no pertenecen a él porque tienen sus ojos y su corazón clavados en el cielo.

No creo que la respuesta esté en hacer un "sacrificio masivo" de cuentas de Instagram y encerrarnos en un monasterio para nunca más salir de allí. La respuesta es evidente a los ojos: Es tiempo de cerrar nuestros sentidos por un momento y darnos cuenta que hay algo más allá de lo que podemos percibir y palpar: la eternidad, que no es un momento en el tiempo, sino que es un persona y su nombre es Jesús.

¿Queremos ver milagros?
¿Queremos ver el poder sobrenatural de Dios en acción?
¿Queremos ver muertos resucitar?
¿Queremos ser conocidos como Generales de Dios?

Eternamente Millennials...





viernes, 11 de noviembre de 2016

CANIBALISMO ESPIRITUAL

El canibalismo es un acto en el cual un individuo consume la carne de su propia especie.
Este fue el desafortunado caso de lo sobrevivientes del "Milagro de los Andes", quienes en una pelea entre la vida y la muerte, no tuvieron otra opción más que comer a pedazos a sus compañeros muertos.

Esta historia nunca dejará de aterrarme y asquearme... no puedo imaginar la desesperación necesaria para llevar a un ser humano a comerse a otro.


Ultimamente me vi a mí mismo en una situación parecida, en la cual en medio del extravío en la cordillera de mis dudas y el hambre por la verdad comencé a ingerir fórmulas y conceptos humanos, motivo por el cual esta entrada lleva por título "Canibalismo espiritual", una entrada netamente para cristianos.


Sé que no soy el único "canibal" en esta era moderna, ya que al tener la oportunidad de hablar con personas de diferentes edades y esferas sociales, me he dado cuenta que nuestra generación está saturada de mentiras e ideas venenosas que engullimos como pócimas mágicas para aliviar nuestras conciencias cargadas.


Parejas en simultánea (por no decir "cachoneo"), vidas cristianas tan ligeras como bolas de algodón, decisiones profundas tomadas al calor de un sentimiento, mentiras constantes, compromisos rotos con Dios... son algunas de las historias que he escuchado y me han hecho pensar que quizás y solo quizás como pueblo cristiano podemos estar corrompiendo verdades eternas y por ende viviendo de manera incorrecta al estar desnutridos en nuestro interior buscando alimento en otros y no en la fuente real de vida que es Dios.


Mateo 7:13-14 en la paráfrasis "The Message" dice:


No busquen a Dios a través de atajos. El mercado está lleno de fórmulas fáciles e infalibles que pueden practicar en su tiempo libre a fin de lograr una vida exitosa. No caigan en ese tipo de trampas, aun cuando las multitudes lo hagan. El camino a la vida -a Dios- es exigente y requiere de total atención.


Más adelante en los versículos 21-23 leemos:

Lo que pido de ustedes es una obediencia real, haciendo la voluntad de mi Padre.


Creo que lo más fácil siempre será oír la opinión de otros y atribuir nuestro éxito o fracaso a sus recetas. Esto no requiere mayor esfuerzo para ser honestos, son enlatados espirituales que están listos a la distancia de un "consejo" preparado en microondas . Pero CONOCER la voluntad de DIOS y obedecerla requiere esfuerzo y la ruptura de un estado mental y espiritual pasivo y mediocre.


Sobre las parejas simultáneas -por usar esa situación como ejemplo- ¿estamos seguros que es la voluntad de Dios?, puede que otros cristianos lo hagan y lo avalen, pero ¿es eso lo que la Biblia dice que debemos hacer?. Creo que en ese caso puntual todos estaremos de acuerdo que la respuesta es no, pero ¿qué de aquellas cosas que son menos obvias e imperceptibles?.


La mesa del Padre está llena de banquetes ricos y saludables, que requieren obediencia y total cuidado. Suena costoso y lo es, pero vale la pena.

Aun me encuentro en la búsqueda de principios eternos que desintoxiquen mi cuerpo, alma y espírítu y solo los encontraré con una Biblia abierta y una boca cerrada a los bocados sabrosos pero enclenques de las prescripciones humanas y los patrones baratos.

Espero no ser el único en este camino.




sábado, 22 de octubre de 2016

SI ES AMOR... DÉJALO IR

En Twitter existe un hashtag bastante famoso: "#DéjalaIr". 

Este funciona como una burla constante a lo que las personas consideran como intolerable en una relación y enmarca los motivos por los cuales jamás se estaría con alguien. Por ejemplo: "Si escribe: Oyes, usted me gustas... #DéjalaIr" (Gracias a Dios mi Tuti tiene una redacción y una ortografía impecables).

Hace unos años me uní con algunos de estos pensamiento al hashtag y para ser honesto lo disfruté y me pareció bastante gracioso, pero hay una combinación que jamás pensé escribir con ese tan jocoso "déjala ir" -ya que hoy después de reunirme con dos personas a quienes descubrí que amo entrañablemente, pero con quienes por diferentes razones y malentendidos terminamos distanciándonos al punto de parecer perfectos desconocidos- hoy debo hacer y es: SI ES AMOR... DÉJALO IR.

Los eventos que pueden llevar a que una relación se erosione, resquebraje y finalmente se rompa son muchos. Pero quizás la más relevante es aquella circunstancia que nunca ocurrió realmente, la que solo sucedió en la mente y la que se repite una y otra vez sin descanso: la suposición.

Después de una charla de casi dos horas acompañada de café, helado y un par de lágrimas solo podía pensar en todo el daño que puede causar un pensamiento suelto, haciendo de las suyas en una mente creativa como la mía... y como la de cada lector.

Suposiciones sobre los motivos que nos movieron a actuar o a esperar, conjeturas sobre el corazón detrás de una palabra o un silencio, mentiras sobre el pasado que siempre terminarán frenando el futuro.

Aunque lo más fácil en estos casos es dar un paso atrás, olvidar lo ocurrido, enterrar la relación por siempre y darle descanso eterno, lo más fácil regularmente no conjuga con lo que es correcto. Por eso cuando se trata de un amor genuino solo se puede dejar ir.

No hablo de dejar ir las personas (aunque a veces así lo quisiera), hablo de dejar ir lo que intoxica y envenena el corazón. Por eso, si es amor:

Al odio... déjalo ir.
Al rencor... déjalo ir.
A las mentiras... déjalas ir.
Al silencio... déjalo ir.
A la ofensa... déjala ir.
Al dolor... déjalo ir.
Al deseo de venganza... déjalo ir.
Al orgullo... déjalo ir.
A los recuerdos recurrentes... déjalos ir.
A las expectativas que orbitan en el tercer cielo... déjalas ir.
Al tiempo perdido... déjalo ir.

Dejar ir es un acto de amor verdadero y más noble que cualquier otra acción en la resolución de un conflicto.

En mi situación particular he resuelto dejar ir un año de equivocaciones bilaterales y tergiversaciones fruto de la exageración. Solo de esa manera puede resucitar lo que está muerto y reverdecer lo que se secó.

Si lo tuyo es amor... ¿qué tienes que dejar ir?

jueves, 13 de octubre de 2016

"SOY YO"

Como seres humanos tenemos esta absurda obsesión por medir todo (y a todos).
Nos atrapa y controla la idea de conocer distancias, alturas, profundidades y convertir todo lo que nos es extraño en cifras, porcentajes y lenguajes conocidos para nuestro limitado intelecto.

Ante el estado no tengo historia, familia, nombre o futuro, soy solo uno más de la generación a quienes su número de cédula les fue dado con el prefijo 1019, en el colegio siempre fui el número 12 del salón, en la universidad era 415641, siempre fui el número 27 de 27 en la clase de deportes y sigo siendo el  "gordito de Su Presencia" -en medida de peso.

Siendo honesto, ultimamente he sentido el lastre de esas medidas sobre mis propios hombros y cada número puesto sobre mí se ha convertido en toneladas de frustración.

Talla 36 en pantalón y no 30 en cintura como manda el "status quo", levantar solo 15 libras en el gimnasio cuando todos levantan de 45 libras en adelante, tener 27 años y seguir pesando 3 dígitos a pesar de todos los esfuerzos posibles por no estar en ese lugar, tener que esperar 12 meses para casarme y no 4 como todos quisieran, tener una proyección de vida eclesiástica por debajo de lo que se consideraría "exitoso" en el mundo laboral en una medida que no sé quién definió, pero pareciera ser más importante que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tener X cantidad de seguidores en redes sociales y amigos en Facebook...

He llegado a la conclusión que vivir una vida dirigida por números y no por un llamado mayor es frustrante, desgastante y absolutamente deprimente. Los números fueron creados para servirnos y trabajar en función de nuestras necesidades y no para hacernos esclavos modernos, corriendo tras el aire y construyendo castillos de naipes.

No sé si estoy solo en esta lucha, pero si alguien más estuviera allí, solo puedo decir: SOMOS MÁS QUE NÚMEROS. A la pregunta: ¿Quién eres? Solo puedo decir: Soy yo... con mis números y mis espacios vacíos.

Sé que el primer enemigo a derrotar en esta carrera de ratas, soy yo mismo en mi vicio de compararme y ver siempre el verde prado de la vida de mi prójimo. También sé que se necesita determinación y tesón para emanciparse de la trampa de los números y entender que cada persona es tan singular y única que jamás podrá ser comprendida o resumida en un compendio.

La experiencia me ha hecho entender un poco más que los números no lo son todo y que nuestra naturaleza creada a imagen y semejanza de Dios es eterna y no debería ser contenida por ninguna combinación de dígitos humanos. Tanto conocimiento de la realidad humana, hace ignorantes de la abundancia y el infinito poder de Dios,

Dios no piensa en nuestras limitadas 3 dimensiones. Él lo hace en 4, 5, 6, 7...

En lo que a mí respecta, quiero poder vivir una vida como la que describe Pablo en Efesios 3, una que sin comprender o medir, se abandona en el poder del Dios que dice "Yo Soy":



Efesios 3:18-20Nueva Traducción Viviente (NTV)

18 Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. 19 Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios.
20 Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros.

viernes, 30 de septiembre de 2016

ESTABAN TODOS JUNTOS EN UN MISMO LUGAR

Esta entrada tiene que ver con el plebiscito, mas no busca generar ningún tipo de influencia en el voto del lector. Lo que sí, es que viene cargado de bastantes versículos bíblicos y una opinión -la mía- para la iglesia cristiana de Colombia, sin embargo, si no es parte de una iglesia, siéntase bienvenido a leer.

Hechos 2 es quizás una de las historias más emocionantes y poderosas del nuevo testamento, después de la muerte y resurrección de Jesús. Es un relato poderoso acerca de la visitación del Espíritu Santo, el mismo Espíritu que levantó al Mesías muerto del infierno y lo coronó victorioso sobre el enemigo.

Pareciera que hay una condición para esta anhelada visitación:


Hechos 2Reina-Valera 1960 (RVR1960)

La venida del Espíritu Santo

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

Estaban TODOS unánimes y juntos.
¿Por qué colocarían palabras tan similares en una misma oración? Creo que es evidente y es porque podemos estar juntos pero no unidos, así como podríamos estar unidos pero no juntos.

No es secreto para nadie que hay personas difíciles de amar, entender e incluso perdonar; pues estoy seguro que esta era la realidad de los discípulos en esa habitación de Hechos 2. De seguro había desacuerdos, diferentes puntos de vista sobre la decisiones que debían tomar, recuerdos con sabor a lágrimas, desilusiones... y todas las emociones humanas posibles. Algo muy parecido a Colombia por los últimos días con todo esto del plebiscito y el voto del 2 de octubre. Pero estos caudillos hebreos de antaño, decidieron permanecer juntos a pesar de ellos mismos, para recibir Su promesa.

Dejemos este punto en "Stand-By" por un momento y vayamos juntos a  Zacarías 9 y Mateo 21:

El rey de Sión

 ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
    ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
 justo, salvador y humilde.
Viene montado en un asno,

    en un pollino, cría de asna.

Jesús entra en Jerusalén

Llevaron la burra y el burrito, y pusieron sus mantos sobre ellos. Jesús se montó y fue hacia Jerusalén.
Muchas personas empezaron a extender sus mantos en el camino por donde iba a pasar Jesús. Otros cortaron ramas de árboles y también las pusieron como alfombra en el suelo. Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba:
«¡Sálvanos, Mesías nuestro!
¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!
Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!»

El pueblo de Israel esperaba un libertador del imperio romano. Algo como un Simón Bolivar, un Obi-Wan Kenobi e incluso un Arnold Schwarzenegger, montado en un caballo blanco desenvainando una espada de oro purificado siete veces en el crisol, perfectamente afilada y con un grabado hebreo que dijera: "Príncipe de guerra".

Pero contrario a sus expectativas no vieron nada más que un "simple carpintero" montado en un pobre burro, como lo había profetizado Zacarías años atrás.

Si se han preguntado como yo el porqué de este acontecimiento es muy sencillo: ¡Jesús es el Principe de Paz! Su ejercito no es de este mundo, ni sus armas estás hechas de metal.

Uniendo los dos puntos anteriores, creo que la única esperanza que tenemos como país y en general como planeta está en colocar nuestros ojos en la persona correcta. La paz tiene nombre y camina con agujeros en sus manos y pies lacerados a causa de nuestra rebelión.

Entiendo que votar SÍ o NO es un tema importante y créanme que como ciudadano colombiano, estoy interesado en votar sabiamente, pero más que un tarjetón lo que nuestro país necesita está lejos del odio y la división de la que hemos sido presas desde hace cientos de años. 

Sucesos como la patria boba, la colonia interior e incluso la independencia del Reino Español han sido motivadas y permeadas por un odio irracional que solo ha bañado de sangre la fértil y verde tierra de Colombia.

La condición para tener una visitación eterna y ver el poder del Espíritu Santo, el Espíritu del Príncipe de Paz, es estar unidos y juntos.

La Biblia dice que los días son malos y estoy de acuerdo en que como iglesia generemos un precedente en las mesas de votación, pero más importante que esto, es mantener la unidad, y si no existiera, crearla. Solo de esa manera el perfecto vendrá a este país que tiene tanta sed de la verdadera paz.

Por eso si alguien votara sí o votara no, mi decisión es no pelear por ello, evitando dejar entrar el desmembramiento al cuerpo de Cristo.

La paz no se hace en la Habana, en Cartagena o en el Caguán, la paz la hacemos cada uno de nosotros con nuestras acciones y decisiones. Por eso si vota NO, no se sienta mejor que otros o en la posición correcta y si vota SÍ, no crea que quienes no comparten su posición son retrógradas o "intolerantes".


...estaban todos unánimes juntos.


lunes, 19 de septiembre de 2016

PERDER PARA GANAR

-¡138 kilos!
- Y... ¿eso es mucho?
- Señor, en ese peso usted se denomina como 'obeso mórbido' y podría sufrir de un paro cardiaco o morir de asfixia un día mientras duerme.

Esta fue la conversación que sostuve con un médico general en el año 2011, cuando llegué al momento más hondo y determinante en el proceso de perder peso.

Para ser honesto no fue la advertencia de muerte la que me hizo pensar en cambiar mis hábitos; tampoco lo fue mi imagen, porque aunque sufría comprando ropa, aun conseguía jeans talla 42 y chaquetas de cuero sobredimensionadas.

Solo hubo una idea, que al mejor estilo de "Inception", se grabó en mi mente y comenzó a regir el curso de las cucharas que ponía en mi boca y las decisiones que tomaba para hacerme más saludable: ¿Cómo voy a enseñarle a mis hijos a montar bicicleta?. La idea del Henry de más de 138 kg, sufriendo de asfixia, con problemas en sus extremidades, intentando correr detrás de niños de 4 ó 5 años, que quizás se avergonzaban de su papá delante de sus amigos del conjunto y colegio, se convirtió en una pesadilla que no quería vivir.

Hoy, 5 años después de ese primer choque con la idea de mis hijos -quienes aun no existen pero a quienes agradezco su amor y motivación para transformar mi vida- con 37 kilos menos y a solo unos pocos meses de pesar solo dos dígitos (evento que no sucede desde el último eclipse total de sol) debo decir que creo que hay algo qué compartir de esta historia madurada ya por media década.

No espero convertirme en el nuevo "Entrenador José" o en algún tipo de gurú de la perdida de peso, no es necesario que me llamen "HenryFitness" o que abra una cuenta en Instagram mostrando las cosas que como y cómo convierto un pancake en una plasta de avena, salvado y stevia; en primer lugar porque no considero haber ganado esta batalla aun y en segundo lugar porque sería un total fraude haciéndolo. Lo que he aprendido a través de este proceso está más ligado al plano emocional y espiritual que al físico y se resume en la siguiente frase: En la vida hay que perder para ganar.

Recuerdo que lo primero de lo que tuve que perder, fue de la idea que ser grande (o extra-extra-grande) me iba a mantener protegido del abuso de otros. Y es que estar frente a una masa de 138 kilos con 1,83 metros de altura de alguna manera intimida. Nunca fue una idea de la que estuviera consciente, pero siempre estuvo presente en cada comida.

En el aspecto físico tuve que abandonar las porciones desmedidas, que más que llenar el estómago, buscaban llenar un alma vacía. Un muy buen amigo, Alex Torres, quien siempre se preocupó por mi peso, me pedía que le enviara fotos de cada uno de mis "golpes" del día. Haciendo esto me di cuenta que los platos fácilmente se podían sustituir por llantas abiertas a la mitad, como en las que comen los animales de granja... ¡Vivía para comer y no comía para vivir!

Tuve que cambiar horas de sueño o televisión, por horas de actividad física -disciplina con la cual sigo batallando y en la cual debo confesar que no he sido muy constante.

El punto de todo esto es que durante casi 20 años viví aferrado a un estilo de vida cómodo, que me proporcionaba bienestar temporal pero que me estaba destruyendo.

Sé que hay lectores con abdominales perfectos, cuerpos esculturales y rutinas de ejercicio sin igual. Pero esta entrada no habla de peso o figura, esta entrada habla de las cosas a las que nos hemos abrazado tan fuerte que ya es difícil desarraigar de nosotros mismos porque no sabemos qué les pertenece a ellas y qué nos pertenece a nosotros. 

Nos rehusamos a cambiar (o al menos yo lo hago) porque nos asusta soltar lo bueno, para recibir lo mejor. Repudiamos la idea de dejar ir los logros del pasado, porque no creemos que haya algo más grande para nosotros en el futuro.
Si algo he tenido que aprender en los últimos años es que el cambio hace parte de la vida y que si bien es doloroso, también es necesario.

Sé que el 2016 parece ser el año del cambio para muchos de nosotros, y escuchar un sinfín de personas sufriendo con el cambio me inspiró a escribir en mi día de descanso.

Eclesiastés 11:1: Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.*

*Uso un versículo con comida, por aquello de la historia del peso, ¡ja!.

El pan es el símbolo del sustento, de lo conocido y de lo que se ha conquistado con esfuerzo. 
En muchas ocasiones Dios nos pedirá que lo lancemos a las aguas como un acto de fe, dejando ir todo aquello que nos es familiar y que nos proporciona comodidad, sustento y estatus, para hallar un día que realmente no hemos perdido nada y que hemos ganado mucho más de lo que abandonamos como al niño Moisés.

Con Dios es una simple ley de siembra y cosecha: Entierro algo para que muera, a cambio recibo una cosecha abundante de lo que coloqué en el suelo oscuro y terroso: Pierdo, para ganar.

El grupo que creaste con esfuerzo, lágrimas y dedicación. Tarjetas con plastificado mate que enmarcan de manera hermosa tu nombre y tu alta posición en esa compañía de la que ya no eres parte. Títulos universitarios. Milagros que Dios ejecutó a través tuyo hace un par de años. La amistad que sostuviste con esa persona importante. El amor que pudo ser y nunca fue. Los recortes de revista del matrimonio que esperabas tener. Las comidas sabrosas y las interminables horas de ocio... PIÉRDELO, SIÉMBRALO, ENTIÉRRALO, sabiendo que la mano de Dios lo hará florecer un d ía, no de la manera que esperas, sino de la forma que Él sabe que será mejor para ti.

¡Lo mejor de nuestras vidas no está detrás nuestro, está por delante!

Tienes mucho más dentro de ti por descubrir, talentos sin explorar, enfermos por sanar, viajes qué planear, nuevos trabajos por hacer...

Aquí una muestra de lo que Dios puede hacer al dejar el pan sobre las aguas:

Henry de 133 Kg (Ya había perdido 5 kg) (Chequen el minuto 1:40)

Por último quiero agradecer a las personas que han leído este blog ya casi 45.000 veces, que lo han compartido y comentado y a quienes me han escrito animándome a seguir adelante.

lunes, 5 de septiembre de 2016

"TE QUIERO CON AMOR SINCERO"

Una de las mayores hecatombes del año pasado ocurrió cuando tuve que renovar mi pasaporte. Fue una catástrofe para mi orgullo y mis recuerdos; todos los sellos que había acumulado a lo largo de 7 años de viajes, se iban a la basura y nunca más nadie los volvería a ver, hasta nostalgia sentí de enterrar a mi fiel compañero de camino.


No sé si para alguien más sellar su pasaporte tanto como fuera posible fue una meta a los 19 años, pero para mí lo era. Tenía sellos de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Australia, no muchos comparado con ustedes queridos lectores, pero muchos para mi registro personal. Cada sello representaba una pequeña victoria, personas que conocí y que se habían convertido en familia, comidas, olores atípicos y nuevas experiencias.


La verdad es que mis viajes no fueron siempre en avión y mucho menos internacionales, de hecho la mayoría fueron a melgar y en un carro lleno de primos, maletas y flotadores. Siempre con un particular olor a achira y bloqueador, acompañado por el sonido de las "chaquiras" en el pelo de mis hermanas y el cassette de Marbelle. "Te quiero con amor sincero" es una de esas canciones que escuché por lo menos 1000 veces y que me sé de memoria. Lo sé, no me juzguen.


Esta canción hablaba del significado del amor y de como una mujer se siente completa al estar con un hombre. Me pregunto si este es el verdadero significado de un "amor sincero".


No soy un experto en el amor y mi plan no es definir lo que "amor" significa. La literatura universal ya está llena de opiniones al respecto; lo único que quiero hacer a través de esta entrada es ejemplificar lo que desde mi punto de vista es un amor sincero, más allá de las canciones de la Beyoncé Colombiana.

Lo primero que viene a mi mente cristiana al escuchar la palabra amor es 1 Corintios 13. Esta porción escrita por el apóstol Pablo, machacada en cuanto matrimonio evangélico ha existido se ha hecho profunda en mi entendimiento y ha tomado un valor fuera del cliché:

El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgullosoni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.

Lo primero es que esta porción no habla solo del amor entre esposos, habla del amor como una condición humana y del deseo de Dios de que amemos de la manera correcta.

Leyendo y re-leyendo estos versículos pareciera imposible poder amar de la forma que Dios nos pide que lo hagamos. Se hace desalentador y frustrante.

Muchos pensamos "No soy lo suficientemente paciente", "tiendo a darme por vencido con facilidad", "he perdido la fe en las personas", "llevo sin falta un récord de las ofensas recibidas (hasta con fecha, número y hora de radicado)".

Pues bien, Dios sabía que ninguno de nosotros podríamos amar de esta manera, y es por eso que envió a Jesús siendo 100% hombre y 100% Dios a amarnos, para abrir un camino para cada hijo, creyente y lector. Recordemos que Dios no es el Dios de nuestro don, sino el Dios de nuestro error y que él se hace fuerte donde somos débiles.

De hecho, la Biblia habla de un amor exuberante, que no solo se hace hombre (misterio que jamás entenderemos), sino que decide morir de una manera humillante, dolorosa y deshonrosa. Este es un amor sin reservas, en donde no se espera una "cuota inicial" para entonces comenzar a amar.

Este tipo de amor se contrasta con el amor que el mundo refleja: un amor medido y cauteloso, que da con condición y siempre midiendo el costo. No hay mejor ejemplo de esto que la afirmación de Judas, el traidor, al ver a María derramar un costoso frasco de alabastro a los pies de Jesús en Juan 12:

 «Ese perfume valía el salario de un año. Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 

Judas, tan odiado y juzgado, representa nuestra humanidad y la respuesta que más de uno de nosotros hubiera dado al Maestro: ¿No es ese amor muy costoso?.

Mucho hemos sido heridos, señalados, juzgados y hasta calumniados, pero también Jesús lo fue y esto no le impidió amar sin reservas. Ese, para mí, es el verdadero significado de un amor sincero.

¿Fácil?: Jamás. ¿Imposible?: Tampoco.

No medir el costo significa dejar de ser selectivos, clasistas o racistas (que entre otras cosas es uno de los pensamientos más ridículos del mundo actual), significa bendecir con palabras de afirmación a quién nunca nos ha dado nada, cambiar la cultura de la ciudad con actos de bondad, dar regalos solo por el placer de ver a otros felices, no pelear siempre por nuestra opinión,  darle la razón a otros, ver el potencial en las personas y no lo que les falta...

En cuestiones del amor nada está escrito, pero mi resolución -con la que lucho a diario, porque no es fácil- es amar sin medir el costo, dar como si nunca me hubieran quitado, cubrir la falta de otros como si nunca me hubieran juzgado, perdonar como si no me hubieran herido y amar como Jesús lo hizo: Sin condiciones.

miércoles, 31 de agosto de 2016

DENTRO DE VEINTE AÑOS...

Según la Real Academia Española, procrastinación se define como la "acción y efecto de procrastinar". Y esto es lo que encontramos sobre procrastinar en el diccionario:





procrastinar

Del lat. procrastināre.

1. tr. Diferiraplazar.

Siendo las 3:30 am del miércoles 31 de agosto y contra todo pronóstico autoimpuesto, aquí va la octava entrada de mi blog.

Quisiera dormir, pero no puedo debido al "Jet Lag" o descompensación de horarios, que no es nada más que la fuerza de la costumbre del cuerpo para mantener los horarios de sueño a los que estaba acostumbrado. Teniendo una diferencia de 16 horas con Sydney, debo decir que dormir no está siendo nada fácil. Pero como esta entrada tiene como objetivo atacar esa quimera de la procrastinación, decidí empezar a escribir antes de comenzar a dar vueltas en la cama o colocar alguna película de la primera década del 2000 en Netflix.

Personalmente no soy amante del catálogo de Netflix, como tampoco lo soy de las frases célebres, las cadenas de powerpoint o los perfiles en redes sociales con mensajes motivacionales. Soy algún tipo de Grinch latinoamericano en lo que respecta a enunciados como "Un día sin risas, es un día perdido" o "Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios". Es decir, ¿qué esperan que uno haga después de leer esas frases?, ¿salir y conquistar el mundo?, ¿sonreírle a la vida y cantar al peor estilo de película de Disney? ¡¡¡NO!!!

¿Qué hay de esta?:
«Dentro de veinte años, estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por aquellas que sí hiciste. Así que tira abajo tus límites. Navega lejos de un puerto seguro. Atrapa los vientos alisios. Explora. Sueña. Descubre.»
Mark Twain 
La primera vez que leí este fragmento sentí un odio profundo por el autor. Quise revivirlo solo para reclamarle, pedirle que se retractara de sus palabras y enterrarlo de nuevo. Era obvio que él no sabía lo que significaba para una persona como yo dejar atrás la seguridad de lo conocido y tomar riesgos.

La frase de Twain confrontó el procrastinador que había sido por décadas, el que sueña y nunca ejecuta, el que llena la bodega de provisiones pero nunca zarpa. Pensar en el Henry de 47 años frustrado por los sueños por los que no peleó y las metas por las que nunca batalló, me forzaría a tomar una decisión meses después.

Pasando por dietas de 28 días, rotas al día 26, seguido por una carrera musical inconclusa en el conservatorio de la Universidad Nacional, suscripciones de gimnasio canceladas, libros a media lectura y cientos de pequeños proyectos inconclusos, el peso de la visión de mí mismo cercano al cenit de la vida me empujó, me llevó a Australia y me trajo de vuelta.

Tuve que hacer que cada día de mi viaje valiera la pena, porque 90 días no son mucho para ser honestos. No quise llegar lleno de remordimientos y de pesares pensando en todos los "qué si hubiera hecho". En su lugar me daba coraje a mí mismo con la pregunta "¿por qué no?".

Obviamente no hice todo lo que hubiera querido hacer y claramente traigo un par de pesares en mi espalda por oportunidades que dejé pasar, pero debo decir que nunca en mi vida había tomado tantos riesgos en tan poco tiempo y el resultado no me puede ser más gratificante para mi espíritu.

Creo que somos procrastinadores expertos por una razón y es que creemos que somos dueños de nuestros días en la tierra y que lo que no hagamos hoy, lo podremos terminar mañana. Yo sabía que mi viaje tenía un fin y por eso no pude darme el lujo de abandonar mis metas pues el reloj de arena estaba empujando con fuerza mis últimos segundos.

Me pregunto qué pasaría si viviéramos la vida conscientes de ese sentido de urgencia, reconociendo que no tenemos control de nuestros días y que quizás, solo quizás tenemos menos de 90 días para hacer algo con nuestros sueños. Querido lector, si no lo sabía, todos estamos condenados a morir, y de hecho mientras lee este blog, así como yo mientras lo escribo, ambos estamos muriendo poco a poco (No estoy lanzando algún tipo de maldición o deseando que alguien muera, solo hablo de un hecho biológico que damos por sentado).

La cuenta regresiva ya empezó... 

Este no es un llamado a la insurgencia o a la rebeldía. No hablo de gritar jefes, quemar edificios, asaltar bancos o cualquier acto vandálico que aparezca en las imaginativas mentes de algunos lectores. Hablo de esos sueños que plantados en el corazón, no fueron regados con pequeños actos de fe y se secaron junto con nuestra esperanza.

Seguro al leer estas líneas una larga lista de metas por alcanzar comienza a aparecer, pero no se abrumen. El viaje más largo comienza con un solo paso. Den pequeños pasos y dejen que esas acciones alimenten sus sueños: Bajar de peso, pedir perdón, empacar maletas, decirle a alguien que lo aman, empezar ese ahorro, hacer un presupuesto, tocar un instrumento, enviar esa carta escrita hace meses, enviar esa hoja de vida, abrir esa bodega llena de desorden esperando por ser limpiada, acabar ese libro, lanzarse en paracaídas, sacar el pasaporte...

Finalmente, ¿Qué es lo peor que puede pasar?





miércoles, 24 de agosto de 2016

¡GRACIA, MUCHAS GRACIAS!

¡Este viaje está solo a 6 días de terminarse! Me cuesta creer que ya pasaron tres meses desde que llegué a Sydney. Algunos recuerdos se sienten como si hubieran pasado hace años y otros como si todo hubiera sucedido en un abrir y cerrar de ojos.

La primera cosa que aparece en mi mente cuando pienso acerca de los últimos tres meses es: gratitud. La gratitud nace de un corazón transformado que encuentra esperanza en la idea del futuro. 

Nunca, nunca, nunca pensé que solo 90 días podían cambiar a alguien de la forma en que he sido cambiado (no refiriéndome solo a los kilos que al parecer gané).

Cuando recién llegué a Sydney, estaba lleno de miedos sobre mi futuro, el idioma, el dinero que iba a necesitar, mis relaciones en Colombia, las nuevas personas que estaba a punto de conocer y casi acerca de cualquier tema en cada área de mi vida. También llegué pensando que este país me necesitaba -muy iluso de mi parte- y que podía mejorar todo a mi alrededor. Nunca pensé que era yo quien necesitaba de otros y que era Dios quien quería mejorarme a mí a lo largo de esta peregrinación.

La semana entrante quizás no haya entrada del blog ya que estaré de vuelta en Colombia y lo más probable es que entre aeropuertos y maletas no tenga un espacio para escribir mientras me adapto de nuevo a mi "vieja-nueva vida".

A cada persona que me ha preguntado por el blog: ¡Gracias! Aquí mi séptima entrada y quizás la última de esta temporada (porque este blog tendrá nueva temporada en Colombia o en el lugar del mundo donde Dios me ponga en el futuro: Tunja, Pitalito, Campo Alegre...) Gracias por comentar y compartir este blog. 

¡Entremos en materia!:

El 10 de junio de este año, tuve la oportunidad de conocer a una de las personas que más admiro en el mundo y la mujer que me inspiró a servir a Dios no solo con mis dones, sino con todo mi corazón: Darlene Zschech. No miento cuando digo que desde que vi que esta señora entró al salón, donde se había organizado un taller para directores de alabanza, no pude quitarle los ojos de encima o dejar de sonreír. Desde los 16 años había soñado con este encuentro, como se sueña con tener un Ferrari, tener un pastor collie de nombre "Lassie" o comer sin engordar (¡ja!).

Finalmente el sueño se había hecho realidad y la noche tenía como plato fuerte un mensaje predicado por la misma pionera de la alabanza moderna, basado en Hebreos 12:28-29:


Ya que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos y agrademos a Dios adorándolo con santo temor y reverencia, porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume.

Después de tener más de dos meses para rumiar y pensar en estas palabras, les comparto una de las mayores enseñanzas tatuadas en mi alma y corazón.

Este verso empieza con la palabra: RECIBIR.


Recibir no es fácil cuando se ha crecido pensando que se debe ganar todo lo que se tiene. Estar siempre ocupado y enfocado en dar y trabajar tan fuerte como fuera posible y solo tomar algunos momentos para meditar y recibir la gracia y el amor de Dios, es el estilo de vida que identifiqué que estuve llevando durante muchos años. Una muestra de eso es que recién comencé a trabajar como cleaner, sentía que debía partirme el lomo para ganarme cada dólar que recibía, hasta que el día que el dueño de la casa me dijo: "Tranquilo, no tiene que hacer tanto, se está excediendo en su trabajo". Esas palabras hicieron eco y me hicieron pensar que no solo en su casa, sino en mi vida en general estaba "limpiando de más", luchando por sentir que había ganado con mi esfuerzo cada cosa recibida. Nada más apartado que esto del significado de la gracia.

Pero hoy soy un poco menos ignorante al saber que como parte de la familia de Dios, he sido creado para recibir antes de tener la facultad de ofrecer algo. En otras palabras Dios me ha revelado que antes de verme como su siervo me ve como su hijo.

Según la carta a los Hebreos recibir no es suficiente, es necesario hacerlo con GRATITUD. 
El reto se hizo mayor, ya que no solo debía aprender a recibir, sino comprender que todo lo que tenía y que todo lo que hacía, no era debido a mis títulos o competencias, sino por Jesús mismo. Nada me había sido dado si no habia sido concedido antes por Dios. ¿Mi voz?: Dios. ¿Sydney?: Dios. ¿Servir?: Dios. ¿Comida?: Dios. ¿Aire?: Dios. ¿Amor?: Dios...

Olvidar esta verdad me encarceló en una prisión con barrotes de amargura, resentimiento y cansancio. Cárcel que repetía a viva voz las siguientes frases: "tengo que trabajar", "tengo que mostrar que merezco esto", "debo mantenerme ocupado para sentir que merezco esto" ... ahora entiendo que la gratitud transforma todos estos argumentos en una simple frase: "estoy agradecido por lo que Dios me permite hacer y tener".

Mi tiempo en Sydney es una metáfora de lo que Dios ha hecho por mí al darme salvación y todos los beneficios de ser su hijo: perdón, sanidad, libertad, propósito, justificación, redención... sin ningún tipo de condiciones o acciones humanas que paguen en módicas cuotas su favor, solo por GRACIA.

Según la RAE, la gracia se define como "favor sobrenatural y gratuito que Dios concede al hombre para ponerlo en el camino de la salvación".

Peleamos con la definición de gracia e incluso hay movimientos dentro del mismo cuerpo de Cristo que se asemejan más a una riña entre liberales y conservadores de antaño, que a algún órgano importante de la iglesia. A través de la experiencia entendí que la gracia no depende de una lista de cosas que debemos hacer o de penitencias que necesitan ser pagadas  y que tampoco se trata del permiso deliberado para dar rienda suelta a nuestros instintos y deseos más carnales sin importar las consecuencias. 

He entendido que la gracia tiene voz, está entre nosotros y tiene nombre: Jesús. El regalo perfecto e inmerecido dado por el Padre a la humanidad.

Por Su gracia puedo recibir y estar agradecido, por Su gracia estuve aquí este tiempo, por Su gracia voy a regresar a Colombia, por Su gracia pude vivir en una tierra extranjera contra todo pronóstico y presupuesto humano.

Aquí una muestra de la inmerecida gracia de Dios (afortunado yo que la pude experimentar a pesar de mí mismo):