Hechos 2 es quizás una de las historias más emocionantes y poderosas del nuevo testamento, después de la muerte y resurrección de Jesús. Es un relato poderoso acerca de la visitación del Espíritu Santo, el mismo Espíritu que levantó al Mesías muerto del infierno y lo coronó victorioso sobre el enemigo.
Pareciera que hay una condición para esta anhelada visitación:
Hechos 2Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La venida del Espíritu Santo
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Estaban TODOS unánimes y juntos.
¿Por qué colocarían palabras tan similares en una misma oración? Creo que es evidente y es porque podemos estar juntos pero no unidos, así como podríamos estar unidos pero no juntos.
No es secreto para nadie que hay personas difíciles de amar, entender e incluso perdonar; pues estoy seguro que esta era la realidad de los discípulos en esa habitación de Hechos 2. De seguro había desacuerdos, diferentes puntos de vista sobre la decisiones que debían tomar, recuerdos con sabor a lágrimas, desilusiones... y todas las emociones humanas posibles. Algo muy parecido a Colombia por los últimos días con todo esto del plebiscito y el voto del 2 de octubre. Pero estos caudillos hebreos de antaño, decidieron permanecer juntos a pesar de ellos mismos, para recibir Su promesa.
Dejemos este punto en "Stand-By" por un momento y vayamos juntos a Zacarías 9 y Mateo 21:
El rey de Sión
¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, salvador y humilde.
Viene montado en un asno,
en un pollino, cría de asna.
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, salvador y humilde.
Viene montado en un asno,
en un pollino, cría de asna.
Jesús entra en Jerusalén
7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron sus mantos sobre ellos. Jesús se montó y fue hacia Jerusalén.
8 Muchas personas empezaron a extender sus mantos en el camino por donde iba a pasar Jesús. Otros cortaron ramas de árboles y también las pusieron como alfombra en el suelo. 9 Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba:
«¡Sálvanos, Mesías nuestro!
¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!
Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!»
¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!
Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!»
El pueblo de Israel esperaba un libertador del imperio romano. Algo como un Simón Bolivar, un Obi-Wan Kenobi e incluso un Arnold Schwarzenegger, montado en un caballo blanco desenvainando una espada de oro purificado siete veces en el crisol, perfectamente afilada y con un grabado hebreo que dijera: "Príncipe de guerra".
Pero contrario a sus expectativas no vieron nada más que un "simple carpintero" montado en un pobre burro, como lo había profetizado Zacarías años atrás.
Si se han preguntado como yo el porqué de este acontecimiento es muy sencillo: ¡Jesús es el Principe de Paz! Su ejercito no es de este mundo, ni sus armas estás hechas de metal.
Uniendo los dos puntos anteriores, creo que la única esperanza que tenemos como país y en general como planeta está en colocar nuestros ojos en la persona correcta. La paz tiene nombre y camina con agujeros en sus manos y pies lacerados a causa de nuestra rebelión.
Entiendo que votar SÍ o NO es un tema importante y créanme que como ciudadano colombiano, estoy interesado en votar sabiamente, pero más que un tarjetón lo que nuestro país necesita está lejos del odio y la división de la que hemos sido presas desde hace cientos de años.
Sucesos como la patria boba, la colonia interior e incluso la independencia del Reino Español han sido motivadas y permeadas por un odio irracional que solo ha bañado de sangre la fértil y verde tierra de Colombia.
La condición para tener una visitación eterna y ver el poder del Espíritu Santo, el Espíritu del Príncipe de Paz, es estar unidos y juntos.
La Biblia dice que los días son malos y estoy de acuerdo en que como iglesia generemos un precedente en las mesas de votación, pero más importante que esto, es mantener la unidad, y si no existiera, crearla. Solo de esa manera el perfecto vendrá a este país que tiene tanta sed de la verdadera paz.
Por eso si alguien votara sí o votara no, mi decisión es no pelear por ello, evitando dejar entrar el desmembramiento al cuerpo de Cristo.
La paz no se hace en la Habana, en Cartagena o en el Caguán, la paz la hacemos cada uno de nosotros con nuestras acciones y decisiones. Por eso si vota NO, no se sienta mejor que otros o en la posición correcta y si vota SÍ, no crea que quienes no comparten su posición son retrógradas o "intolerantes".
...estaban todos unánimes juntos.